Mujer con vestido rosa sentada en una banca de madera en un parque soleado, de espaldas, frente a un edificio de estilo clásico.

Mientras lo espera

Alicia no se sorprendió de estar bajo el agua en la ducha a pesar de no recordar en qué momento decidió tomar un baño, era algo tan común para ella no recordar las cosas al igual que tomar largas duchas todos los días; había terminado de recorrer todo su cuerpo con jabón, aun así, ella restregaba la esponja en sus manos sintió un ligero ardor su piel que ya se veía poco enrojecida supuso que había tallado por más tiempo de lo normal, era normal para ella olvidar cuanto tiempo pasaba tallando sus manos con la esponja de baño. El agua caliente dejaba ya una nube de vapor a su alrededor; sin saber la hora era consciente de que era sábado y su novio, Manuel, la esperaría tanto como fuese si ella se demoraba en llegar a su cita.

Alicia, mientras secaba su cuerpo sonrió al recordar esa sensación que la invadía cada vez que veía llegar a Manuel a sentarse junto a ella en la banca del parque, la misma sensación cada sábado, la misma rutina, ella sentada en esa banca donde se habían conocido meses atrás y ahora era su lugar de encuentro, verse ahí cada sábado. Aún recuerda lo nervioso que respondió Manuel cuando ella preguntó si podía sentarse junto a él, lucía muy serio, y lo es, quizá se deba a que no tiene familia, el pobre quedó huérfano desde muy joven y viajó hasta aquí a Londres para hacer su vida aquí. A pesar de llevar meses saliendo con él, ella no deja de sentir un poco de pena al saber que Manuel está completamente solo, en parte se alegra de que ahora está con ella.

A diferencia de él, Alicia es lo opuesto a ser seria o tranquila, quizá eso le atrajo de ella, era un torbellino, su habitación siempre está desordenada y su clóset era un desastre, libros tirados por todas partes, obras de arte a medio terminar colgadas en la pared esperando que la inspiración volviera a ella para poder darle el toque final a cada cuadro, y si el pobre de Manuel pensaba que eso era ser desordenada no tenía idea del caos que existía en la mente de Alicia ya que es esquizofrénica.

Manuel no sabía que había sido hospitalizada un par de años atrás pues un oficial la había encontrado en medio del bosque, desnuda y con heridas en su cuerpo, no pudieron encontrar la razón de las heridas, ella no recordaba nada, ni siquiera cómo haber llegado hasta ese lugar tan distante de su departamento, las autoridades tomaron su declaración y fue un caso que se quedó en el olvido, en el hospital dijeron que quizá un animal pudo haberla atacado sin razón, es por eso que no le dieron más importancia al caso. Alicia era consciente de su padecimiento y de sus lapsos de pérdida de memoria, su esquizofrenia era tratada con medicamentos, conocía las dosis que hay que debía tomar pero no lo hacía cuando tomaba sus pinceles y se disponía a pintar, para ella era  mejor abstenerse de su medicación y así plasmar su arte e inspiración en sus pinturas, al tomar el pincel ella comenzaba a escuchar esas voces, eran parte de su retorcida mente pero le dictaban como mover el pincel, Alicia sabía cómo manejar su locura mientras pintaba, o al menos eso creía hasta que al estar con Manuel su mente comenzó a actuar diferente.

 

El día en que Manuel acudió por primera vez al departamento de Alicia, no le pareció extraño encontrarlo desordenado pues sabía que ella era una artista e imaginó que utilizaba su tiempo para crear y no ordenar, no conocía el arte de que ella plasmaba, pero encontró unos cuadros escalofriantes, todos mostraban rostros espantosos como surgiendo de pantanos, tétricos para su gusto; ellos compartían lecturas, era lo que tenían en común. Alicia le había ocultado su enfermedad a Manuel, ni hablar de los medicamentos, lo que él sabía de ella era muy poco, pero tenía presente que su arte no la compartía con nadie por eso decidió ir a su encuentro para conocer lo que las pinturas le podían aportar para conocerla un poco más, esa noche asociaba el desorden con la expresión repulsiva de los cuadros que representaban un lado que no conocía de Alicia.

La intención de ir al departamento temprano era sorprenderla ya que Alicia nunca llegaba a sugerir que la acompañara así que aún con nervios llamó a la puerta, deseaba verla ahí detrás de la puerta con una sonrisa, le llevaba una botella de vino en caso de que la idea no le pareciera buena y así aligerar el atrevimiento él pensó que sería una sorpresa perfecta, solo que el sorprendido fue él al ver la puerta entreabierta así que no dudó en entrar sin hacer ruido, pensó que ella se encontraría pintando uno de sus cuadros y no quería distraerla.

Alicia estaba ahí, pero su semblante era distinto, su mirada era aterradora pero no más que el cuchillo afilado que tenía en sus manos, Manuel no tuvo oportunidad de correr, fue tanto su asombro que no pudo gritar, Alicia se abalanzó hacia él con el cuchillo en mano, la fuerza de ella era sorprendente, tiró del cabello de Manuel arrojándolo directo al sofá rojo de terciopelo, ahogó los gritos de Manuel aplastando su rostro contra un viejo cojín mientras que la sangre que brotaba de su cuerpo quedaba oculta en el tapiz rojo Alicia lo apuñalaba una y otra y otra vez sin escuchar el auxilio de Manuel, ella solo escuchaba las voces dentro de su cabeza.

 

Manuel fue atacado violenta y súbitamente sin darle oportunidad de huir o pedir ayuda, su cuerpo inerte en la oscuridad del departamento quedó tirado sobre el Soffa como una obra más de Alicia. El cuerpo de Manuel comenzaba a helarse, a ponerse rígido ya sin vida Mientras Alicia se duchaba sin saber que había tallado su piel hasta haberse librado de la sangre que tenía en sus manos, la sangre de Manuel. Ella terminaba de arreglarse para ir al encuentro en aquella banca mientras que Manuel yacía muerto y el vino se derramaba sobre el sofá de terciopelo rojo.

Las voces desaparecieron cuando Alicia por fin cerró la llave de la regadera, tomó su vestido, se vio al espejo y salió de casa, ella caminó hacia aquella banca, ahora ella está sentada anhelando ver a Manuel; sonríe y está tranquila mientras lo espera.

Una foto en primer plano de la escritora mexicana Azucena M. Ortiz

Azucena M. Ortiz

(Mexicali B.C. México) Soy contadora de profesión, pero mi verdadera pasión son las letras. Soy la orgullosa propietaria de Soffa, mi librería en línea, un proyecto que creé para compartir y gritarle al mundo que la historia de un libro no tiene por qué tener fin. He incursionado en la escritura creativa; mi inspiración es la condición humana, la imaginación y lo cotidiano, sin dejar de lado el fascinante mundo del terror. Me encanta ser «la loca que siempre trae un libro», una etiqueta que llevo con orgullo y que define gran parte de quién soy. Siempre estoy dispuesta a enfrentar nuevos desafíos, pues creo firmemente en el aprendizaje continuo y en ser auténtica.